De todos es sobradamante conocida la calidad de los reportajes de Top Gear, el programa de coches por excelencia de la televisión mundial, pero hay que reconocer que esta vez se han superado con este homenaje que le tributaron recientemente a Ayrton Senna, un piloto que, por su carácter ganador y talento, muchos consideramos como el número 1 de todos los tiempos y que en marzo de este  mismo año habría cumplido 50 años.

Así pues, siempre nos quedará la duda de qué habría pasado en la Fórmula 1 actual si aquel infausto 1 de mayo de 1994, su Williams Renault FW16 no se hubiese estrellado a 216 kms/h en la curva de Tamburello, en el circuito de Imola (Italia) llevándose por delante la vida del brasileño.

Hasta la fecha de su muerte ya había alcanzado tres entorchados mundiales y estaba batiendo todos los récords posibles (41 victorias, 80 podios, 65 poles y 19 vueltas rápidas), aparte de dejarnos imágenes imborrables en nuestras retinas, prácticamente desde su primera temporada en el Gran Circo.

Por ese motivo, nunca podremos saber hasta dónde habría llegado el brasileño y si, de haber continuado pilotando, Michael Schumacher habría llegado a ser el mito en el que se convirtió, precisamente tras la muerte de Senna. Pero lo que está claro es su muerte tuvo tal importancia y tanta repercusión que removió aboslutamente todos los cimientos sobre los que estaba construida la Fórmula 1 hasta entonces.

Ayrton Senna, conduciendo su McLaren en Mónaco 1992

Así pues, revolucionó cuestiones vitales para la competición como la seguridad en la Fórmula 1, los diseños de los monoplazas y hasta los diseños de los propios circuitos, que cambiaron radicalmente tras aquel fatídico fin de semana en Imola.

Senna, cuyo carácter ganador le llevo a acuñar (o al menos a él se lo imputan) aquella frase de que «Sólo importa vencer. El segundo es el primero de los perdedores»  le llevó a hacer cosas inverosímiles a bordo de un monoplaza y míticos fueron sus duelos con Nigel Mansell, Alain Prost -su principal rival dentro y fuera del asfalto- y un entonces joven Michael Schumacher.

Sin embargo, era curiosa la forma de ser del brasileño. A la vez que frente a sus rivales directos se mostraba como un verdadero depredador sin escrúpulos sobre la pista, fuera de élla era una persona sensible, capaz de detener en mitad de carrera su coche sólo para auxiliar a un piloto herido en un accidente y que derrochaba su solidaridad para con los más necesitados.

Extraordinariamente sensibilizado contra la pobreza, especialmente la procedente del inframundo de las favelas de su país, encabezó innumerables campañas solidarias y donaciones económicas, lo que aumentó su fama y le llevó a ser querido y admirado en todas partes, especialmente en Brasil, donde era idolatrado como un auténtico semidios.

De hecho, para darle su último adiós, su féretro fue acompañado por más de dos millones de personas por las calles de Sao Pauloy tuvo un verdadero funeral de Estado, al que asistieron personalidades políticas y deportivas de prácticamente todo el mundo y todos, incluyendo sus rivales más directos, lloraron pública y privadamente su pérdida.

Lo que está claro es que su figura será irrepetible y que sin él, la Fórmula 1 nunca volvió a ser la misma.

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