El Gran Premio de Singapur de Fórmula 1 se ha convertido ya por derecho propio -y con apenas dos ediciones disputadas- en una cita obligada del calendario y en todo un clásico por su espectacularidad.
Pese a no ser un circuito rápido (una media de 170 kms/h), el Circuito de Marina Bay es un trazado muy exigente con la carga aerodinámica, con sus 5.073 metros y que, como todo circuito urbano, tiene una dificultad añadida por el estado del firme, más bacheado que de costumbre y más exigente con la mecánica.
Sin embargo, lo que le confiere su especial encanto radica en el hecho de ser el primero (y el único hasta la fecha) que se corre de noche. Además, para muchos aficionados se trata de uno de los más gratos para seguir por televisión, especialmente por los planos subjetivos que se pueden ver desde los cockpits de los pilotos y que nos permiten distinguir detalles e información suministrada por el volante que, de día, nos es imposible apreciar (revoluciones, marcha, programas, etc.).
Además, pese a su juventud, es un circuito que pronto pasó a la historia por su polémica primera edición. Así pues, este trazado será ya siempre recordado por el famoso «Caso Singapur», uno de los episodios más bochornosos y vergonzantes de la historia reciente de la Fórmula 1.
Aquella carrera, que tendría que haber sido recordada por la primera -y sorprendente- victoria de Fernando Alonso en su nueva etapa con Renault el año 2008, se enturbió justo un año después por las declaraciones del entonces compañero del asturiano, el brasileño Nelsinho Piquet acusando al equipo de manipular la carrera.
Seguramente por despecho o por venganza por su reciente despido como piloto del equipo francés, Piquet arremetió duramente contra el equipo, acusándole de haberle utilizado para organizar un espectacular accidente y que el Safety Car entrase en el momento más oportuno y facilitase la posterior victoria de Fernando Alonso. Aquel episodio fue la tumba deportiva tanto del entonces director deportivo de Renault, el italiano Flavio Briatore y de su ingeniero jefe, Pat Symonds, suspendidos prácticamente a divinis por la FIA.
Además, aunque a muy menor escala, el Gran Premio de Singapur será recordado también por el divertido pero peligroso episodio de la manguera de Massa. Fue en ese mismo Gran Premio de 2008 cuando, por un error en el equipo en un pitstop, el piloto brasileño -entonces coequipier de Kimi Raikkönen– arrancaba de cuajo la manguera con la que había repostado y circuló durante decenas de metros con élla agarrada al depósito de combustible de su coche.
El año pasado fue, por contra, una balsa de aceite en la que venció Lewis Hamilton cómodamente y de principio a fin y en el que Alonso, aún en las filas de Renault, volvía a subir al pódium, en esta ocasión en tercer lugar.
En esta edición, que dará comienzo con los entrenamientos libres este viernes, los máximos favoritos a la victoria son los Red Bull y los McLaren, lo que puede complicarle las cosas a Fernando Alonso. Sin embargo, ese dominio que el piloto asturiano ha mostrado en el trazado de Singapur, pese a que en teoría, las condiciones del trazado no favorecen al equipo Ferrari, hace albergar esperanzas de que pueda estar de nuevo en la pomada.
