Cuando hablan de un ángel de la guarda que rodea con sus alas a los pilotos de carreras, puede sonar ridículo pero cuando vemos accidentes como el que casi le cuesta la vida ayer al piloto escocés Allan McNish, en las 24 Horas de Le Mans, este tipo de expresiones comienza de pronto a cobrar sentido.
Durante la disputa de jornada del sábado de la mítica carrera de resistencia de este año, uno de los grandes favoritos para la victoria final, el escocés Allan McNish, a bordo de su Audi R18 TDI trataba de adelantar por el interior al Ferrari 458 del francés Anthony Beltoise. En ese momento, ambos vehículos se tocaban y ya sin control, impactaban violentamente contra las protecciones laterales.
La peor parte se la llevó el escocés, cuyo Audi chocaba con violencia extrema contra el muro y quedaba literalmente atomizado y lo que es peor, sus trozos salían despedidos hacia una zona en la que se encontraba un gran número de periodistas gráficos, haciendo temer lo peor tanto para el piloto como para los fotógrafos que allí se encontraban apostados.
Y he aquí lo milagroso, ya que pese a lo tremendamente duro del impacto y, sobre todo, viendo cómo los pedazos del Audi caían sobre los fotógrafos, absolutamente nadie resultó herido. Ni siquiera McNish, que salía por su propio pie de los restos del coche. De todas formas, por mera precaución, el piloto escocés fue evacuado en primer lugar a la enfermería del circuito y, con posterioridad, a un hospital cercano para ser observado, si bien podemos decir que McNish se encuentra en perfecto estado de revista.
La nota de humor negro la puso Wolfgang Ulrich, el médico del equipo Audi Sport. El galeno alemán, al ser preguntado sobre el estado físico de su piloto declaró que «lo bueno es que está bien. El coche es resistente, pero no queríamos ponerlo a prueba de esta manera».