Antonio Lobato es un tipo que, desde luego, no deja indiferente a nadie. Ha sabido pegarse a la rueda de Fernando Alonso y ha convertido el culto a la figura del asturiano en una especie de religión o de ideología a la que he dado en llamar el Alonsismo Militante.

De esta manera, sus retransmisiones cada domingo se han convertido en una especie de misa y sus comentarios, la consagración a dicho culto,Sus opiniones se han convertido en la Palabra de Dios, en la verdad revelada por una suerte de Mesías moderno, vestido con un mono rojo y tocado con un casco azul.

Basado en una especie de infalibilidad con la que el locutor de la Sexta ha dotado al Gran Arquitecto del Alonsismo Militante, Antonio Lobato ha sabido erigirse en líder supremo de una especie de Secta en la que no hay más que el culto al piloto, convirtiendo sus retransmisiones en una sarta de cantos y loores al asturiano, por más que sus comentarios rayen a veces en lo ridículo o simplemente en lo increíble.

Y es que discutir a estas alturas el talento y las capacidades como piloto de Fernando Alonso sería absurdo pero más aún lo es llevarle a los altares y exagerar la nota hasta el punto de crear prácticamente una nueva religión.

Por eso, gracias a un buen amigo, Arquio, he recopilado el contenido de la religión alonsista en una serie de mandamientos similares a los de la Ley de Dios, que como los cristianos, se resumen en dos: «Amarás a Alonso como único Dios verdadero y odiarás a Hamilton sobre todas las cosas».

Básicamente, estos serían los mandamientos:

1º) Si un piloto se sale bajo la lluvia es porque no es frío y no sabe pilotar con agua, pero si es Fernando Alonso el que se sale en mojado es porque es el más valiente, que ha ido buscando los límites.

2º) Fernando Alonso no adelanta, hace el adelantamiento del siglo.

3º) Si Fernando Alonso hace la pole es porque VUELA, si la hace cualquier otro piloto es porque va sin gasolina.

4º) Fernando Alonso no choca, tiene problemas de dirección.

5º) Fernando Alonso no pincha, alguien pierde una pieza que le hace pinchar.

6º) Fernando Alonso no se sale, le echan.

7º) Nadie adelanta a Fernando Alonso, es él quien se deja pasar por estrategia.

8º) Lewis Hamilton ganaba a Fernando Alonso porque Ron Dennis lo ordenaba.

9º) Las telemetrias de Alonso son tan buenas que dan la victoria a cualquier piloto, menos a él.

10º) Si hay problemas con Alonso en boxes, es que porque en su equipo quieren chafarle el campeonato; si los problemas los tienen otros, es que Alonso los puso nerviosos con sus tiempos.

11º) Si Alonso ganaba con el Renault, es porque es muy bueno; si pierde, es porque el coche es el peor coche de la parrilla, al igual que el equipo, que no apoya nada a Alonso y se guardan el mejor coche para el otro piloto.

12º) La lluvia a mitad de la carrera sólo perjudica a Alonso y la estrategia de su equipo; los demás pilotos corren con paraguas.

13º) En 2006, Ferrari era el equivalente automovilístico del Eje del mal, conspirando continuamente con la FIA contra Alonso. Luego ficharon a Alonso y la situación se invirtió, ahora son los más perjudicados.

No son 10, pero resumen a grandes rasgos los fundamentos de una fe ciega, basada en unas grandes dosis de cinismo y forofismo impostado, que no nos engañemos, le han posibilitado vivir más que dignamente y han hecho del Alonsismo Militante una forma de vida bastante desahogada (al menos para él) y que cualquier crítica o puesta en solfa del asturiano sea considerada una afrenta y el osado crítico sea tachado como mínimo de necio antipatriota.

A base de meter a Alonso hasta en la sopa , de crear una falsa leyenda y acrecentar unas más que evidentes y portentosas cualidades, como las que de por sí adornan al piloto español, el Alonsismo Militante y su líder máximo, Antonio Lobato, se han hecho imprescindible en el mundillo español de la F1, por más que sus retransmisiones sean un dechado de hooliganismo barato, sólo salvadas por la ecuanimidad y el buen tino de Pedro Martínez de la Rosa.

Gracias a Arquio por esta especie de «tablas de la ley», sin las cuales ni Lobato ni el fenómeno de Alonso sería lo que es hoy en día.