Cuentan las malas lenguas que la química existente entre Carlos Sáinz y Luis Moya nunca volvió a ser la misma desde aquella infausta tarde en el Rally RAC de Inglaterra, cuando su Toyota Corolla se paró a escasos 700 metros de la meta y dejándoles sin su merecido Mundial y pasó a la historia el desesperado grito de «¡Trata de arrancarlo, Carlos!».

De hecho, nunca se ha sabido a ciencia cierta qué pudo romper aquella colaboración mutua, basada en una fe inquebrantable entre ambos y curtida en mil batallas, pero el caso es que en 2002 rompieron su relación profesional y acabaron por caminos distintos. Luis Moya se centró en sus nuevas funciones como mánager del equipo Subaru WRC y Carlos Sáinz continuó su trayectoria profesional en el Mundial de Rallyes con Marc Martí, hasta su retirada definitiva en 2004.

Desde entonces, sus caminos personales y profesionales nunca más volvieron a encontrarse. Por eso, y parafraseando a un ilustrísimo español, la noticia que hoy publica el diario deportivo AS en su edición digital me llena de orgullo y satisfacción, no sólo como aficionado al mundo de los rallyes sino como seguidor fiel del piloto madrileño, ya que volver a ver juntos a Carlos Sáinz y Luis Moya, a bordo de un coche y pilotando en un rally, aunque sea de Coches Clásicos, es un acontecimiento siempre reseñable.

Por eso, no hay que perderse esta edición del Rally de Vehículos Históricos de la Comunidad de Madrid, que se disputará entre los días 8 y 10 de marzo, que fue presentado ayer en la capital de España por el viceconsejero de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid, Javier Hernández, y el presidente de la Real Federación Española de Automovilismo, Carlos Gracia.

El Rally saldrá el día 8 de marzo del Palacio Real de Madrid, tendrá dos etapas, con dos secciones cada una, y contará con 10 tramos de 161,54 kilómetros contra el cronómetro y un total de 555,77 kilómetros, que exigirán lo máximo de sus participantes. Una prueba que tratará de rescatar el espíritu de aquellos rallyes de hace años, contará con una etapa nocturna, y atravesará algunos de los parajes más emblemáticos de la sierra madrileña y abulense.