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El pasado año y bajo el paraguas de la FIA, dio comienzo la Fórmula 4, una nueva categoría automovilística con monoplazas, destinada a la promoción de los talentos más jóvenes.

Con el nacimiento de esta nueva competición, la FIA ha buscado que aquellos pilotos más avezados puedan foguearse mejor en la competición y su salto desde el karting sea más paulatino y menos radical que hasta ahora.
Y no les ha ido del todo mal, ya que esta experiencia piloto que arrancó en 2014 en Europa y parte de América (en concreto en Italia y parte del cono sur con Brasil, Argentina y Uruguay) ha crecido de forma importante, exportándose el modelo a otros países como Japón, Australia, China o Gran Bretaña, que este año darán comienzo a sus respectivos campeonatos nacionales, unos de nuevo cuño y otros, reemplazando a otras categorías similares.
Inclusive España anunció a mediados de noviembre del año pasado su intención de sumarse a este interesante proyecto de promoción para los jóvenes talentos de nuestro país.
Para ello presentó junto a una serie de inversores nacionales un ambicioso plan, junto al fabricante Mygale, que sería el encargado del desarrollo de coches y motores.
Sin embargo, tras numerosos problemas y cuando apenas han transcurrido tres meses desde el anuncio del nacimiento del campeonato español de Fórmula 4, acaba de trascender su cancelación definitiva.
La desaparición de este incipiente campeonato se ha debido a una serie de graves problemas económicos y de gestión, culminados con la dimisión de su Director Ejecutivo José María Rubio, hecha pública el día de ayer mediante un comunicado oficial.
Según informa la web TheBestF1.com, las condiciones para la participación eran que cada piloto tenía que pagar 140.000 € por la inscripción a los que habría que añadir 100.000 por cada coche que participase.
El ahora dimitido José María Rubio ha achacado la anulación del campeonato a un cambio de última hora en el modelo de gestión previsto por parte de su empresa gestora, Formula 4 Ibérica, S.L., que unido a una serie de incumplimientos financieros por parte de otros inversores, habrían hecho inviable su disputa.
Esta anulación puede traer importantes consecuencias negativas tanto para la Real Federación Española de Automovilismo (RFEA) como para una serie de pequeños circuitos nacionales, como el de Navarra, que depositaron no sólo esperanzas sino muchos fondos para la preparación de un campeonato que, ahora, no se podrá celebrar.