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Absolutamente delirante y demencial son dos de los calificativos que podrían definir perfectamente la situación vivida en Granada, cuando dos personas han estado a punto de morir abrasadas por culpa de la maquiavélica decisión de un mecánico de intentar quemar un coche que no había sido capaz de reparar.

Así pues, la dueña de un coche y su hija pudieron haber muerto en el interior de su coche cuando éste empezó a arder tras la activación de un dispositivo instalado por un mecánico ante la imposibilidad de repararlo.
El dispositivo en cuestión, bastante rudimentario, estaba compuesto por dos botes de gasolina unidos a varias cerillas, en contacto a su vez con una rueda y un rascador para provocar la chispa, que se activó en el momento de poner en marcha en cuestión.
Al arrancar el coche y con su hija pequeña a bordo rumbo a la guardería, se percató de un fuerte olor a cerillas y al mirar por el retrovisor se dio cuenta de que su vehículo estaba ardiendo por la parte trasera.
La mujer, presa de un susto importante, pudo abandonar a tiempo el coche con su hija y dio parte inmediatamente a la Guardia Civil que, tras una primera inspección, detectó restos del dispositivo y comenzó las investigaciones.
La Benemérita empezó a tomar declaración a numerosas personas por cuyas manos pasó el coche en los últimos tiempos. Entre ellos un mecánico de un taller próximo, que había estado intentando reparar sin éxito el vehículo en cuestión durante tres años, el cual acabó admitiendo los hechos,
Es más, el mecánico no sólo reconoció lo ocurrido sino que incluso admitió haberlo hecho en alguna otra ocasión, también sin más consecuencias que los daños materiales, lo que provocó su detención inmediata y su puesta a disposición judicial.
En su defensa, el acusado argumentó que había tratado de reparar el vehículo durante los últimos tres años con piezas de segunda mano que le proporcionaba la propietaria ya que ésta no permitía al taller utilizar recambios nuevos. Por eso nunca había conseguido reparar la avería ni tampoco cobrar por el trabajo así que, desesperado, optó por destruir el coche pero sin la intención de causar daño a nadie.
Ahora su demencial actuación le puede acarrear consecuencias severísimas ya que, tras pasar a disposición judicial, el mecánico ha sido ahora acusado de dos delitos de homicidio, en grado de tentativa, y uno consumado de daños, lo que podría suponerle más de cinco años de cárcel.