Si hay un color mítico y, sobre todo, fácilmente reconocible es el famoso «Rojo Ferrari», un color que todos, aficionados o no a la Fórmula 1, son capaces de identificar con un simple vistazo y asimilarlo a La Scuderia. Ese color ha acompañado a Ferrari desde que empezaron su andadura en la Fórmula 1 en 1950 hasta nuestro días.

Cuando Ferrari abandonó su color rojo por el azul
John Surtees a bordo del primer Ferrari que cambió su color rojo por el azul

Sin embargo,  pocos saben que, en al menos dos carreras, la escudería italiana abandonó su tradicional carrocería roja por un extraño color azul.

Ocurrió en el año 1964, cuando el equipo de Don Enzo decidió cambiar el color de sus coches a causa de un enfado monumental con las autoridades italianas motivado por una disputa sobre el reglamento entre la FIA, la ACI (Automobile Club D’Italia) y la propia Ferrari

En concreto, cuentan que ese mismo año, Ferrari buscó la homologación su nuevo 250 LM para la competición pero la ACI se negó a concederla. En aquella época, la normativa italiana exigía que antes de que un coche pudiese ser homologado para competir debían construirse al menos 100 unidades de ese modelo para la calle.

Pues bien, Ferrari aseguró haber construido dichas unidades pero la ACI no reconoció la existencia de ese número mínimo de unidades y, por tanto, denegó la homologación de la licencia y ese Ferrari 250 LM no recibió el necesario visto bueno para competir.

Esto provocó un enfado de proporciones bíblicas en Don Enzo, quien entregó a las autoridades italianas la licencia para competir y prometió no volver a llevar los colores del país transalpino nunca más, en una época en la que los equipos de Fórmula 1 corrían con los colores de sus respectivas naciones.

Esta situación de tensión entre Ferrari, la ACI y la FIA se arrastraba desde 1962, cuando el fabricante de Maranello logró la homologación de su archiconocido Ferrari 250 GTO para correr en la categoría GT de una forma, cuando menos, ciertamente rocambolesca.

John Surtees, único ganador con un Ferrari de color azul
John Surtees, único ganador con un Ferrari de color azul

Al parecer, Ferrari no logró producir los preceptivos 100 coches de calle antes citados pero Il Commendatore urdió una estratagema tan burda como efectiva. En vez de exponerle todas las unidades a los inspectores en un único sitio, les citó en un café, donde les mostró un pequeño lote de coches para más tarde enseñarle el resto. Sin embargo, lo que hizo el patrón de Maranello fue mostrar las mismas unidades, pero cambiándolas de ubicación.

El caso es que Ferrari logró la ansiada homologación pero aquella actuación fue considerada como una auténtica afrenta por la ACI y por la FIA y tomó debida nota de lo ocurrido. De ahí que, en cuanto pudieron, ambos organismos, sobre todo la autoridad italiana, le devolvieron el golpe, en una clara vendetta.

Pero volviendo al tema, lo cierto es que a Don Enzo no le tembló el pulso. Y dicho y hecho. Para el penúltimo Gran Premio de aquel año, disputado en el circuito norteamericano de Watkins Glen el equipo cambió de colores, optando por una curiosa e inédita combinación en azul y blanco.

Para poder cambiar los colores, Enzo Ferrari llevó a cabo una inesperada maniobra en los despachos y en un abrir y cerrar de ojos modificó la licencia de su equipo, que comenzó a participar bajo el nombre de North American Racing Team y la dirección del importador italiano y ex-piloto Luigi Chinetti.

Sus dos pilotos, John Surtees y Lorenzo Bandini, no notaron apenas las consecuencias de aquella decisión y el británico cruzó la meta en segundo lugar, lo que le permitió optar al título.

Un titulo que se decidió en México en la última carrera del año y que cayó del lado de Surtees y Ferrari, cuando el británico logró repetir la posición de EE.UU.,justo por detrás del Brabham del norteamericano Dan Gurney. 

El Autódromo Hermanos Rodríguez fue testigo de un hecho histórico por partida doble. En primer lugar, porque Surtees se convirtió en el primer y único piloto capaz de ganar un Mundial de Motos y otro de Fórmula 1 y, en segundo lugar, porque aquella fue la primera y la única vez que se pudo ver a un Ferrari campeón, pintado en un color que no fuese el mítico rojo.