El presidente de la Alianza Renault-Nissan y Mitsubishi, Carlos Goshn, ha sido detenido en Japón, acusado de un presunto fraude fiscal.

La detención del conocido directivo brasileño de 64 años se ha llevado a cabo en Tokio, como culminación a una larga investigación que las autoridades niponas iniciaron hace ya unos meses a instancias de la propia Nissan, que sospechaba de las actividades ilegales de su presidente.
Al parecer y, según fuentes de la propia Policía japonesa, Goshn habría estado ocultando una parte importante de sus retribuciones a la compañía que él mismo dirigía, con el fin de eludir impuestos. Asimismo, también habría desviado fondos de la empresa para fines personales, por un valor de 44 millones de dólares (en torno a 39 millones de euros) entre los años 2011 y 2017.
El conglomerado franco japonés no ha querido realizar ninguna manifestación al respecto y se ha remitido a un escueto comunicado
Lo que sí ha trascendido es que Ghosn será destituido fulminantemente de todos sus cargos este jueves, aunque no será el único ya que uno de sus más estrechos colaboradores, Greg Kelly, también se ha visto envuelto en el escándalo.
Ghosn, el «hombre-milagro»
La noticia de la detención de Carlos Ghosn ha cogido a todo el mundo por sorpresa, entre otras cosas porque si hay un directivo en el mundo con una reputación, hasta ahora intachable, ése es el brasileño, al que se le considera como el «hombre-milagro», que logró salvar a Renault y Nissan de una casi segura desaparición.
Sus primeros pasos en la alta dirección se llevaron a cabo en Michelin, desde donde dio el salto a Renault en 1996 como Vicepresidente Ejecutivo de Compras, con el fin de tapar la hemorragia económica que había acercado a la marca del Rombo al borde de la bancarrota
Apodado «The Costs Killer» (el Asesino de Costes) por su durísima política de contención de gastos y apoyado por su gestión en Sudamérica, no sólo logró su propósito sino que en apenas tres años, Renault volvió a dar beneficios.
A raíz de la compra del primer gran lote accionarial de Nissan a cargo de la firma del Rombo en 1999, Ghosn pasó a la marca japonesa ocupando distintos cargos directivos, con el reto casi imposible de evitar su desaparición.
Con una deuda elefantiásica, que según los medios de la época alcanzaba los 20.000 millones de dólares y con apenas tres modelos de su gama (de los nada menos que 46 coches vendidos en Japón) que diesen algún beneficio, la aventura parecía imposible.
Sin embargo, tras un agresivo plan de viabilidad a nivel mundial, el conocido como Nissan Revival Plan, que entre otras medidas, incluyó el cierre de cinco plantas en Japón, el despido de más de 21.000 trabajadores en todo el mundo y la venta de su unidad aerospacial, en apenas tres años Nissan abandonó los números rojos.
En 2001 fue nombrado Presidente de Nissan y dos años después, también fue nombrado Presidente de Renault, convirtiéndose en el primer directivo en simultanear las presidencias de dos empresas incluidas en la lista Fortune Global 500, la clasificación con las 500 empresas mundiales con mayor número de ingresos.
Su gestión, hasta ahora ejemplar en la Alianza Renault-Nissan creció con la adquisición de la rusa AutoVaz y la japonesa Mitsubishi, de las que también llegó a la presidencia.
Por último, decir que ha sido uno de los directivos más premiados de la historia de la industria del Motor, atesorando infinidad de galardones.
Nombrado varias veces como Hombre del Año por la revista Fortune e incluido en el Automotive Hall of Fame norteamericano y en el Japan Automotive Hall of Fame, Ghosn también fue nombrado Caballero Comendador de Honor del Imperio Británico y distinguido con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en España